miércoles, marzo 12, 2008


Su Equipo

Mariano Rajoy convocó ayer la primera rueda de prensa tras su segunda derrota en unas elecciones generales. En ella realizó dos grandes revelaciones. La primera: que el PP celebrará un congreso en junio, donde se presentará a la reelección como Presidente del partido (eso sí, con una novedad: esta vez le acompañará su equipo). La segunda gran revelación consistió en una proclamación de independencia respecto de la derecha mediática. En sus propias palabras "Me presento porque el PP es independiente, también de algunos que se creen muy influyentes y se ha demostrado que no lo son tanto, digan lo que digan, aunque sea desde televisiones públicas" (El País, 12/03/2008).

La primera revelación pone en evidencia que Mariano Rajoy, hasta el pasado domingo, no ejercía liderazgo alguno en el PP. Si en el próximo proceso congresual le acompañará su equipo, ¿quién le acompañaba hasta ahora? ¿El equipo de otro? ¿El equipo de quién? Muchos apuntaron y apuntan a José María Aznar como el responsable principal de esta situación, pues en su día legó en el ex ministro gallego no sólo la jefatura del partido, sino el encargo de reivindicar una determinada gestión (la llevada a cabo entre 1996 y 2004, guerra de Iraq incluida) , para lo cual tenía que rodearse necesariamente de sus protagonistas (Acebes, Zaplana, Astarloa, etc.). Sin embargo, el 11-M transmutó en castigo bíblico lo que parecía una sucesión regia, y ese hombre normal, moderado, razonable y predecible (como tanto le gusta a Rajoy decir de sí mismo); acostumbrado a las comodidades de la sinecura gubernamental, tuvo que ponerse al frente de un partido traumatizado por el brusco desalojo del poder.

En el apuntalamiento de su no-liderazgo, no obstante, Rajoy encontró buenos aliados en ciertos medios de comunicación. Telemadrid, la COPE y El Mundo, además de mantener movilizado al electorado derechista con soflamas de naturaleza intestina, han suministrado al PP, durante los últimos cuatro años y de manera ininterrumpida, de munición des-informativa fundamental para su estrategia de oposición política y parlamentaria. El presunto "coladero" de inmigrantes ilegales en Barajas, la fabricación de supuestos documentos oficiales para vincular a ETA con el 11-M (affair ácido bórico), o la noticia falsa -publicada en el periódico de Pedro J. Ramírez- sobre la que los populares sustentaron la solicitud de revocación de tres magistrados del Tribunal Constitucional -maniobra luego calificada por el alto tribunal como "abuso de derecho y fraude procesal"- son algunos de los ejemplos más elocuentes de esta operación de gran alcance.

Ahora Rajoy se declara independiente de quienes lo jaleaban en sus exabruptos más impresentables (el peor de todos, sin duda, la acusación proferida contra el Presidente Zapatero de haber traicionado y agredido a las víctimas del terrorismo). No sabemos si se ha sorprendido de que los guardianes de la ortodoxia, los mismos que "no le dejaban" trabajar con su propio equipo, hayan sido los primeros en sugerir su jubilación. "Se creen muy influyentes y se ha demostrado que no lo son tanto". ¿Qué quería decir con esto el señor Rajoy? ¿Creía que Pedro J. Ramírez y Federico J. Losantos iban a allanarle el camino hacia La Moncloa? Si así hubiera sido, ¿cuál sería su equipo ahora? ¿El que le acompañó hasta anteayer o el que venga en junio? Pero, ¿y si toda la espiral de crispación promovida por la tridente mediática hubiera tenido otro propósito distinto del de aupar a Rajoy hasta la Presidencia del Gobierno? ¿Y si el objetivo final hubiera sido sentar las bases de una debacle histórica del PP que dejara la veda libre a una Presidenta regional muy popular?

Si esta última hipótesis se ajustara a la realidad -aunque sólo fuera parcialmente-, a Mariano Rajoy le va a hacer falta algo más que un equipo propio para convertirse en alternativa a los socialistas. A la tarea de fiscalizar la actividad de Gobierno, tendrá que sumar el reto de contener las ambiciones de Esperanza Aguirre. Y es que, por desgracia para Mariano Rajoy, su principal rival interno no sólo tiene poder territorial -una baza crucial en un régimen político fuertemente descentralizado como el español, que en el caso de Aguirre se traduce además en una posición geográficamente privilegiada para erigirse en ariete contra el Ejecutivo nacional-, sino que además cuenta con el favor y la asistencia de unos medios de comunicación recién afrentados por quien presuntamente constituía su apuesta política antes del 9-M. Conociendo la pericia manipuladora de Telemadrid, la capacidad difamadora de Pedro J. Ramírez (ya arruinó, sin pruebas, la carrera política de Demetrio Madrid, ex presidente de Castilla y León) y la desmesura destructora de Jiménez Losantos (acaba de llamar a Gallardón "hijo de Satanás"), no sería desventurado especular con la posibilidad de que, antes o después, se produzca en Génova una noche de los cuchillos largos que enfrente, de un lado, a Rajoy y su equipo; y del otro, a Aguirre y su "colera de Dios".